La adolescencia es, por si misma, aprendizaje.
Aprendizaje de los adolescentes y aprendizaje de la sociedad sobre sus
preguntas e innovaciones. Este aprendizaje requiere apoyo para realizarse a la
manera de los jóvenes: experimentando, buscando nuevas sensaciones y
cuestionando viejas visiones.
Todo
proceso de transformación implica riesgos. Los riesgos de la adolescencia
pueden ser mitigados –o también aumentados– por la familia, la escuela y la
sociedad, que son los tres grandes ámbitos de desarrollo vital y aprendizaje.
La familia
La mayor
necesidad de un adolescente es contar con la confianza de sus padres,
especialmente cuando se equivoca. Los padres deben permitir que los
adolescentes asuman responsabilidades según su necesidad, aunque ello implique
algunos riesgos razonables. Deben hablar mucho con ellos. No dejar de
interactuar bajo ninguna circunstancia, aunque sea difícil. Lo esencial es mantener
la comunicación y no suspenderla nunca. Comunicación con amor, con suavidad,
con argumentos y razones, sin gritos ni imposiciones, sin interrogatorios ni
castigos.
La base de la comunicación es la reflexión y
las preguntas claves siempre serán: ¿Cómo crees que debes hacerlo? ¿Por qué
crees que estuvo bien o mal? ¿Qué aprendiste de esa experiencia?
El mayor
error de los padres con los adolescentes es imponerles su propio modo de ver el
mundo y de actuar. En ese caso los adolescentes se ven obligados a aislarse y
todos perdemos los cambios y oportunidades que su creatividad podría
ofrecernos.
La escuela
El adolescente está ansioso por aprender, pero
requiere que ese aprendizaje se realice según su necesidad y su ritmo. Para
servir a la adolescencia, la escuela debe ser divertida, creativa, experimental
y cooperativa. Debe estimular la libertad, el diálogo, la posibilidad de dudar
y el desacuerdo. Debe ser respetuosa de todos los derechos. Debe permitir que
los estudiantes puedan expresarse, innovar, gastar su energía y formar su
personalidad alrededor del deporte, de la música, el baile y el teatro. Debe
facilitar la amistad y la recreación. Debe abrir sus puertas a la comunidad
circundante. Y, claro, debe continuar transmitiendo conocimientos científicos y
culturales, de manera reflexiva, útil y ligada a la vida cotidiana. Cuando la
escuela no garantiza las condiciones mencionadas, el adolescente la sustituye
por la calle como centro principal de aprendizaje y socialización.
Lo peor que puede pasar a la formación de un
adolescente es que se retire de la escuela, porque usualmente no tiene regreso
a ella y se le cierran entonces la mayoría de los caminos para desarrollar sus
capacidades y mejorar sus oportunidades de bienestar.
La sociedad
Los adolescentes aprenden en un contexto de actividades que
les resultan excitantes porque son novedosas, masivas y creativas. Necesitan
por ello que la sociedad les brinde
La adolescencia es esencialmente una época de cambios. Trae
consigo enormes variaciones físicas y emocionales, que son fascinantes porque
logran la transformación del niño en adulto. Como todos los procesos importantes
de cambio, genera perturbaciones y confusión. Por eso es angustiosa para el
adolescente e incomprensible para los adultos, pero es esencial para el desarrollo
de la vida y -si los adultos no lo impedimos- culmina exitosamente en la madurez
y en el avance de la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario